domingo, 18 de diciembre de 2016

Capitán Lázaro Aranda: Un patriota como pocos

Marino, empresario, colonizador Y pionero. El capitán Lázaro Aranda fue un hombre muy ligado a la historia de la navegación fluvial y a la de muchas familias establecidas por él en los confines norteños de la patria.

Hoy, su nombre –excepto por los norteños– está casi olvidado. Un injusto olvido, pues fue uno de los paraguayos que más ha dado de sí mismo por su país y sus compatriotas.

Don Lázaro Aranda fue, además de un gran conocedor del río, un maestro que formó pléyades de navegantes: desde capitanes de barco, comisarios, prácticos, jefes de máquina, pilotos hasta el último guardiamarina. Descubridor de yacimientos marmóreos de las cavernas de Vallemí, colonizador, protector de colonos, servidor de su patria en guerra… En fin, dejó huellas de su paso por la vida.

Don Lázaro Aranda nació en Capiatá hace 143 años, el 17 de diciembre de 1873. Inquieto desde niño, por alguna travesura cometida, huyó de su hogar capiateño y se trasladó a Asunción. Con apenas 13 años se escapó de su hogar y se trasladó a Asunción. Deambuló algunos días, durmiendo debajo de los muelles de madera del puerto, hasta que logró trabajar como lavaplatos en un barco que iba a Montevideo. En el Río de la Plata siguió navegando y acumuló una rica experiencia naval, que le llevó a alcanzar el grado de guardiamarina.

En 1904 regresó al país a bordo del buque revolucionario Sajonia y fue protagonista de los sucesos que encumbraron al Partido Liberal al poder político del país. Terminada la revolución, se instaló en una pequeña hacienda que adquirió en Limpio, donde se dedicó a la agricultura y ganadería.

Enamorado de la actividad fluvial, no tardó en retornar a la navegación, principalmente en los buques que viajaban al Alto Paraguay; primero como baquiano y, luego, como capitán de buques mercantes. Desde su regreso, supo ganarse el respeto de las autoridades, quienes confiaron en él importantes tareas; entre ellas, la canalización del riacho Caracará –un sitio que lo vería accionar, nuevamente, décadas después–.

Don Lázaro era conocido por su prodigalidad; aun así, trabajando esforzadamente, logró amasar una pequeña fortuna que le permitió, con el transcurso del tiempo, formar una sociedad naviera con dos compatriotas: don Américo Arce y don Ángel Mosciaro. Pero como su pasión era la navegación, don Lázaro siguió en lo suyo, capitaneando el recordado buque San José. Otro de sus buques fue el Parapití.

Fundador y colonizador

En cierta ocasión, movido por su espíritu inquieto, navegó por el río Aquidabán y llegó hasta territorios casi inexplorados. En aquellos lejanos y olvidados parajes encontró a muchas familias de compatriotas que sobrevivían en medio de la indigencia, con sus hijos sin escuelas ni asistencia médica y, muchos de ellos, inscriptos como brasileños.

A su regreso, don Lázaro gestionó ante las autoridades para que dependencias del Gobierno asistieran a aquellos compatriotas, además de solicitar tierras fiscales para establecer una colonia.

El Gobierno le concedió una extensa propiedad fiscal en la confluencia de los ríos Paraná y Apa. Allí, el 24 de agosto de 1924, don Lázaro fundó una colonia y trasladó a aquellas familias, a las que –de su propio peculio– proveyó de viviendas, víveres, arados y yunta de bueyes. También, mandó construir una escuela, capilla, local policial y dispensario médico. No solo eso; además, de sus propios recursos económicos costeó el sueldo de los funcionarios y el de la visita quincenal de un sacerdote para el auxilio espiritual de los colonos. Aquellos sacerdotes eran los recordados padres salesianos Rafael Elizeche y Juan María Casanello.

Explorador y descubridor

Escuela y capilla de Don Lazaro en el actual San Lázaro
Recorriendo las tierras que le fueron concedidas para la fundación de la colonia, a la que llamó San Lázaro, y actual distrito concepcionero del mismo nombre, don Aranda descubrió los ricos yacimientos de mármoles de la zona. Se propuso explotarlos, golpeando las puertas de numerosas instituciones oficiales, pero –a pesar de su empeño– no pudo logar ningún apoyo para su propósito productivo. En los años 50, la firma Vallemí empezó la explotación de aquellos yacimientos.

Rico anecdotario


Desde su llegada al país, don Lázaro fue siempre un férreo defensor de la legalidad. Se cuenta que, allá por 1918, se declaró una huelga de obreros marítimos y don Lázaro fue el “rompehuelga”, enfrentando a los huelguistas con revólver en mano y, peleando pecho a pecho con los amotinados, logró dominarlos.

Otro momento que tuvo a don Lázaro como protagonista fue durante la revolución de 1922. En momentos en los que los revolucionarios lograron entrar en la capital, dio asilo en su barco al propio presidente de la República, sus ministros, y otros funcionarios y caudillos gubernistas.

Pero don Lázaro no solo dio asilo a aquellas autoridades, sino que se puso al frente de los pocos defensores que le quedaban al Gobierno y, con arrojo, les dirigió para repeler el ataque, retomó el Departamento de Policía y derrotó a los revolucionarios, quienes no tuvieron otra alternativa que abandonar la capital y refugiarse en el interior hasta su derrota final, luego de la muerte de su principal jefe, el coronel Chirife.

Defensor del Chaco

Don Lázaro junto al Mcal. Estigarribia y estado mayor del Comanchaco
Durante la guerra paraguayo-boliviana, movilizó a más de 200 hombres de San Lázaro y organizó chacras para apoyar las tareas de la retaguardia.

Aprovechando la amplia experiencia naval de don Lázaro, el Gobierno le encomendó la inspección de los ríos posibles de navegación y, desde 1933, ocupó los cargos de inspector de Ganado y Embarque, técnico de Embalizamiento del río y subdirector de Hidrografía. Su tarea fue de suma importancia para el traslado de contingentes y pertrechos al frente de batalla, vía Puerto Casado.

Pero no solo eso fue lo realizado por don Lázaro, sino que se encargó de proveer leña a todos los buques a vapor de la Marina, sin cobrar nada por los cargamentos.

El castillo de don Lázaro


Fue también en los años de la guerra que don Lázaro, como una manera de facilitar el tráfico nocturno en las aguas del río Paraguay, encaró por cuenta propia la construcción del castillete que cubre el peñón que emerge del río a la altura de Piquete Cué, dotado de un faro luminoso.

Según alguna vez alguien nos refirió, una de las razones que tuvo el señor Aranda para construir esa petit fortaleza fue preservar el peñón de los cañonazos realizados desde el cuartel de Villa Hayes, que utilizaban ese peñasco como blanco. En realidad, la razón principal fue utilizar ese lugar como faro, pues se le dotó de un mástil en cuyo extremo se instaló una baliza para advertir a los navegantes –en las noches sin luna– de la peligrosidad del lugar y así evitar algún accidente.

El castillo del peñón –para cuya ejecución, don Lázaro solo encontró dificultades y obstáculos por parte de las autoridades de la Prefectura General de Puertos– debía estar rematado con una estatua dedicada al teniente Andrés Herrero, héroe de la Marina paraguaya, muerto en los días iniciales de la Guerra de la Triple Alianza.

La construcción del “castillo” –que fue edificada de a poco a lo largo de más de 10 años– fue hecha a base de cemento, con todas las comodidades necesarias para pasar unos días. Consta de una salita, pieza de baño y cocina. Unas escalerillas en forma de caracol conducen a una plataforma con barandilla, que forman un mirador. Cuenta con instalaciones para luz eléctrica, enchufes para aparatos de radio y cocina eléctrica.

Inconcluso, el castillo –así como la progresista ciudad de San Lázaro– es uno de los legados tangibles que dejó a la patria aquel genial capiateño.

Homenaje rechazado

Los innumerables beneficiados por la generosidad de don Lázaro se sentían en deuda con él. Era deseo de toda esa gente –especialmente los pobladores de la lejana colonia de San Lázaro– rendirle un homenaje en vida, en gratitud por lo que tan amable persona había sido con ellos.

Estatua de Don Lázaro en San Lázaro
Para plasmar dicha gratitud colectiva, los sanlazareños decidieron hacer una estatua con la efigie de don Lázaro. Se buscó un escultor y se recurrió a uno de nacionalidad francesa, quien estaba haciendo trabajos para el colegio San José de Concepción –probablemente Lavand–. El director de este centro educativo recorrió el litoral norte visitando a personas, instituciones y empresas, las que no escatimaron su apoyo a la idea y pronto pudo realizarse la escultura, que fue colocada sobre un elegante pedestal en el pueblo de San Lázaro.

Los organizadores invitaron a don Lázaro a visitar la colonia, pero sin contarle el motivo de la visita. El ilustre visitante llegó al lejano pueblo ribereño, donde fue recibido por una entusiasta multitud, pero al darse cuenta de que el propósito era descubrir un monumento en su honor, se puso tan furioso que apostrofó severamente a los presentes y, revólver en mano, se dispuso a arrojar la estatua al río. No poco trabajo les costó a los concurrentes calmarlo y la estatua se quedó sin su inauguración. Tuvo que ser retirada y vuelta a colocar luego de su muerte.

Este ciudadano trabajador y bienhechor, luego de una vida dedicada a su patria y sus conciudadanos, a quienes brindó sus desvelos y fortuna, falleció el 15 de noviembre de 1945, en la pobreza, pero rodeado de la gratitud de la ciudadanía.

ABC - surucua@abc.com.py  -  Fotos ABC Color/Archivo Surucua.

lunes, 8 de agosto de 2016

Domingo Sarmiento en Concepción

El miércoles 24 de agosto de 1887 zarpó del puerto asunceño el buque Misiones rumbo a la ciudad de Concepción.


Iba a bordo Domingo Faustino Sarmiento, el expresidente argentino, acompañado de una selecta comitiva, entre la que figuraba el ministro plenipotenciario austro-húngaro, por lo que en uno de sus mástiles flameaba la bandera del Imperio europeo.

Además de amigos personales, integraban la comitiva el cónsul alemán y el ministro del interior, coronel Meza, quien iba a Puerto Rosario a visitar su establecimiento ganadero.

El jueves, a las 6:00, el buque llegó al puerto de Concepción. Una vez fondeado, subió al barco el señor Rosendo Carísimo, uno de los principales de dicha ciudad y senador nacional, invitándoles a bajar y acompañándoles a hospedarse en su vivienda, en donde fueron atendidos con mucha amabilidad.

Una vez instalados, recorrieron en el carruaje del senador Carísimo distintos lugares de la ciudad, como el viejo cuartel –que databa de la época de don Carlos A. López–, los cultivos cercanos y fueron por la picada de Machado al lugar conocido como Curusú Isabel. Posteriormente, Sarmiento visitó la zona del río Ypané.



A la noche, recibió una bulliciosa visita de vecinos, con petardos y orquesta. Al día siguiente, tuvo el gusto de encontrar a un viejo conocido chileno, propietario del hotel Comercio. A su regreso, vino acompañado de un gua’a hovy, llamado Pedro, que le fue obsequiado en Concepción por una joven argentina llamada Juanita Navarro.

Durante aquella primera estadía –volvió meses más tarde y se quedó a vivir hasta su muerte– donó unos lotes de libros a la Biblioteca Pública asunceña y al Ministerio de Instrucción Pública, un banco modelo, diseñado por él y construido bajo su dirección.

Otro regalo que hizo el señor Sarmiento durante aquella primera visita fue la introducción de plantas de mimbre para ser cultivadas en Asunción y lugares del interior, con lo que, poco tiempo después, surgió una interesante industria de canastas y otros utensilios.

Concepción, la “opulenta”


Concepción antes de 1900
Hablando de la Perla del Norte, el notorio progreso que experimentó la ciudad de Concepción –entre los años 1880 y 1915–, gracias a la explotación de los recursos naturales de la zona, hizo que recibiera, meritoriamente, el título de “opulenta”.

El inusitado desarrollo que vivió la ciudad se reflejó en una intensa actividad comercial y social: se fundaron dos clubes, el Cosmopolita y el Social; se instalaron dos hoteles de primera categoría y tres de segunda, siete bares y una veintena de almacenes de comestibles, entre otros establecimientos. También funcionaron en la época mencionada cinco escuelas y el Colegio Nacional (1890); en 1900 se fundó el Instituto San José de los salesianos y el Colegio de las Hijas de María Auxiliadora. Existían en la ciudad siete consultorios médicos y cuatro boticas.

En 1890, don Remigio Albertini trajo el primer tranvía a mulitas con que contó Concepción, cuyo itinerario unía el puerto con el lugar llamado Canchacué, posteriormente conocido como Riñería, Quinta Genes y Villa Armando.

Funcionaban, además, 18 depósitos yerbateros, cinco grandes olerías (entre otras menores), tres periódicos, una fábrica de hielo y otra de gaseosas, seis panaderías, dos fideerías, dos jabonerías, cinco carpinterías, 18 carnicerías particulares y la Tablada de Matanza Municipal, dos barracas de cuero, cuatro aserraderos y cuatro sastrerías. En la plaza Carreta se concentraban los productos traídos del campo.

Vacas para la Argentina


Para la fundación de Buenos Aires, en 1580, mientras la carabela San Cristóbal del capitán Juan de Garay encabezaba la flota que conducía a los futuros repobladores, por tierra marchaba una tropa de 500 a 750 cabezas de ganado vacuno y otros tantos caballos.

La tropa de ganado salió de Asunción en los primeros días de enero de 1580, siguiendo la margen izquierda del río Paraguay-Paraná, llegando hasta el sitio donde se fundó la capital porteña, el 11 de junio de ese mismo año. Era la primera vez que “los montes de lapachos y los quebrachales del Chaco santafesino vieron desfilar bajo sus follajes la hila de vacas multicolores y briosas caballadas, dirigidas y animadas por el ulular de los jóvenes troperos nativos, en un revuelo de pájaros asustados. Iban por tierras desconocidas, atravesando montes, costeando ríos, acechados por indios hostiles y por fieras carniceras”.

Fuente: ABC Color - (surucua@abc.com.py)

martes, 2 de agosto de 2016

Loreto: Veterano cumplió 103 años en buen estado de salud

LORETO.- Don Ramón Caballero, excombatiente de la Guerra del Chaco, cumplió ayer 103 años de vida. El festejo se realizó en su vivienda ubicada en la compañía Virgen del Carmen, distrito de Loreto, hasta donde llegaron familiares y amigos.


Buen humor. Festejó su onomástico acompañado de sus familiares, quienes disfrutaron de sus hazañas.

Caballero nació el 31 de julio de 1913 en el mismo distrito y muy joven se alistó en filas del ejército, fue trasladado al Chaco cuando la guerra estaba en su desarrollo. Actualmente goza aún de buena salud, es fuerte y vigoroso, aunque recuerda con angustia el asalto del que fue objeto hace unos 5 años atrás, ocasión en que lo golpearon y le llevaron dinero en efectivo.

En la fiesta de cumpleaños hubo serenatas de grupos musicales, entre ellos la banda de músicos del Círculo de Suboficiales Retirados de Concepción, que entregó un pergamino de reconocimiento al veterano.

Don Caballero tuvo fuerza de bailar con sus hijas y nietas, se sintió con muy buen humor hasta para dar piropos a las jóvenes.

La fiesta continuó con un almuerzo popular entre los vecinos y parientes.

UH

Concepción: La opulencia, marginación y esperanzas

CONCEPCIÓN.- La ciudad de Concepción tiene una rica historia que en la actualidad se convierte en esperanza de sus habitantes.

 

El deseo es salir de la postergación, aunque las dificultades se suman cada día. La ciudad, fundada por el Cnel. español Agustín Fernando de Pinedo en 1773, vivió su época de la opulencia entre 1890 y 1926, mediante las exportaciones e importaciones a países europeos. 


Según don Teófilo Medina, director de cultura de la Municipalidad, el puerto fue escenario de grandes transacciones con inmigrantes italianos que dejaron su influencia en los mejores edificios de la ciudad. Explicó que los italianos traían materiales de construcción de primera calidad y llevaban yerba, madera y carne salada. Sin embargo, dijo que factores externos cooperaron para la decadencia económica. 

“La recesión económica de los EEUU repercutió en lo nuestro, luego la revolución de 1922 a 1923 marcó el retroceso económico de la ciudad”, explicó Medina. Luego de la Revolución del 47 Concepción quedó postergada, especialmente durante el gobierno de Alfredo Stroessner. 

El 17 de noviembre de 1963, autoridades y comerciantes se aventuraron a tomar el hostil Chaco para llegar hasta el Palacio de López junto al dictador y solicitarle caminos por el Chaco. Antonio Maldonado, fotógrafo de la época, recuerda que Stroessner les dijo que “su gobierno ya tiene trazado su plan vial para los próximos 10 años y que si tenemos paciencia en ese lapso se considerará el pedido”. 

El Gobierno cumplió con su promesa, ya que después de 10 años abrió la ruta Pozo Colorado-Concepción. En la década de los 80, el Gobierno construyó el puente sobre el río Paraguay, pero no asfaltó la ruta, es así que los concepcioneros quedaron con el estigma de una ciudad con puente, pero sin ruta.

UH (Por Justiniano Riveros)

domingo, 17 de julio de 2016

Gonzaga Garcete rompió comprometedor informe que le presentó capitán Piñánez

El general Herminio Piñánez, padre del capitán Enrique Piñánez, fallecido en extrañas circunstancias en Cuero Fresco, Concepción, sostuvo que a casi dos años del hecho, autoridades militares no informaron sobre la muerte de su hijo. Dijo que Gonzaga Garcete eliminó un informe clave que denunció el desaparecido y, según el padre, hay temor de que se sepa más sobre bomba electrónica que FTC mandó preparar al capitán.


–¿Qué fue lo que pasó con su hijo?

–Él se sintió observado por la amenaza que le hizo el comisario Antonio Gamarra al enterarse de que mi hijo le comentó al fiscal Joel Cazal durante un almuerzo en su casa sobre toda la corrupción en la FTC y que en su ausencia sacaron de su ropero las bombas que encontró en el lugar donde murió el comisario Manuel Escurra.

Capitán de Ingeniería Enrique Daniel
Piñánez Ciancio, quien falleció el 26 de
noviembre del 2014 en Horqueta.
A partir de ahí, Gamarra le amenazó que si vuelve a pisar Concepción será hombre muerto. Entonces vino unos días y se volvió a presentar el 18 de noviembre. Fue recibido otra vez de forma grotesca y con amenazas. Su jefe Restituto González le dijo frente a todos los personales, “yo no le quiero ver a usted, desaparezca de mi vista”. Luego unos camaradas le dijeron: Hoy tenés que desaparecer de ahí, porque esta gente te va a matar y entonces preparó todas sus cosas y a media noche salió y estuvo tres días en la casa de su hermana.

–¿Qué hicieron sus jefes?

–Mandaron un informe al comandante del Ejército Gonzaga Garcete acusándolo de deserción. Garcete le ordenó para que redacte un informe completo que después le entregó y eso fue lo que rompió en su cara.

Le dijo: “Eso es muy comprometedor tanto para usted como para mí” y rompió. Prepare otro, donde ya no dijo nada porque él ya sabía. Ese fue el comienzo de su problema.

–¿Cómo fue que volvió a Concepción?

–Y en agosto del 2014 por ahí fue que hubo cambio allá. Dijo que se iba de particular, con Héctor Grau y Ramón Benítez, comandante de la FTC. Su ida fue en forma irregular porque no hubo orden para ir allá, pero hay normas que siempre se cumplen en las unidades militares. Yo, comandante, no puedo disponer por mi mismo la comisión de un personal calificado sin autorización del que está más arriba.

–¿Para qué se fue?

–A su esposa le dijo que se iba a pedido del general Benítez para preparar una bomba a ser detonada a control remoto. Esta bomba se va a meter con un paquete de explosivos en el campamento de los delincuentes y a ser explotada entre ellos (ACA). Totalmente ilegal y penado por leyes internacionales y que hasta ahora sigue la incógnita de quién detonó.

–¿Qué teoría maneja usted?

–Ellos no estaban haciendo patrullaje. El capitán y el suboficial José González estuvieron desde las 13:30 en esa comisaría de Cuero Fresco, que queda a 400 metros del lugar donde ocurrió el hecho. Les dejaron ahí y después se fueron a retirarle a las ocho menos cinco, y ahí ocurrió.



–¿Qué explicaciones le dieron?

–A mí hasta ahora nadie me dio ningún informe oficial. En marzo de 2015 como no había ninguna novedad al respecto me comuniqué con el ayudante personal de Gonzaga Garcete y le dije si me podía fijar una audiencia y me dijo, en seguida le devuelvo la llamada. Nunca recibí esa llamada.

Como no recibí la devolución de esa llamada, me fui al Comando en Jefe. Entregué la nota directamente al Presidente de la República y llamativamente desde el día siguiente comenzó la movida de toda esa gente que tuvieron participación en esa operación. Eso me llamó la atención.

–¿Qué le dijo el Presidente de la República?

–A consecuencia de la publicación de la denuncia que hice a través de ABC, yo creo que para tratar de calmarme, escuché que se dijo eso, el Presidente de la República me hizo invitar para recibirme. Me fui, y me dijo: ¿Acaso a su hijo no le explicaron lo que pasó? Y yo tenía cierta pregunta que quería hacerle, pero por respeto no hice, quería preguntarle la versión oficial que él recibió. Esa versión es la que yo quiero saber.

Yo le pregunté esa vez al Presidente si sabía lo de la bomba a control y me dijo: ¿Usted piensa que yo voy a hacer esas cosas?, comento no más porque todos sabían de esa operación.

–¿La Corte Militar está investigando el caso?

–La Corte Militar me respondió por nota que no está en su jurisdicción abrir un sumario sobre el caso; sin embargo, es un hecho que ocurrió en servicio.

–¿Cómo avanza la Fiscalía?

–La Fiscalía viene a ser como una tormenta que llega con mucha fuerza y después se va disipando, hasta desaparecer.

Muchas dudas

El 26 de noviembre del 2014 en Cuero Fresco, Horqueta, una explosión en horas de la noche costó la vida del capitán de Ingeniería Enrique Piñánez Ciancio y la del suboficial José González Ferreira. Mientras que el agente especial de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) Juan Manuel Jara sufrió severas lesiones auditivas y un cuarto supuesto agente encubierto solo tuvo heridas puntiformes leves, según los informes oficiales.

La versión no termina de convencer al general Piñánez. El militar retirado dijo: “Hay cosas que no cierran, no descarto que haya podido ser un accidente, pero que me den una explicación lógica, cómo pasaron las cosas”.

Publicado por ABC Color

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